lunes, 14 de diciembre de 2015

¡Vamos Patri!

   
       La historia que os quiero contar tiene como protagonista a una chica de carácter dulce, tranquila y buena estudiante, una gijonesa que nació por primera vez en mil novecientos setenta y cinco, en mitad de un frío mes de noviembre. Pero no llegaba sola, traía a su lado una inseparable compañera de viaje, Mónica, su hermana melliza. Nada extraordinario, pensaréis, sin embargo todo cambia cuando Patri nace de nuevo un quince de diciembre de dos mil catorce, hoy se cumple exactamente un año. Los médicos la daban por perdida, nada funcionaba en su cuerpo, oscuridad, tristeza honda... Pero aquí comienza lo sublime de Patri, no estaba dispuesta a irse sin más, tenía a unos padres volcados, Luisi y Sergio, unos abuelos, Luis, Mini y Olvido, un marido, Javier y unos hijos, Pablo y Borja que mantenían la llama minuto a minuto, día tras día, la esperanza que permanece inalterable a pesar de la zozobra, y por último su gran aliada, esa otra parte de ella que sentía como Patri, que respiraba como Patri, un corazón que vale por dos, siempre late.
      Mónica comenzó a escribir su diario en Facebook, una ventana por la que asomarse cada jornada y descubrir los avances, nimios en numerosas ocasiones pero que brillaban como un amanecer limpio de primavera. Y un día abrió los ojos, Patri había vuelto. Le esperaba un largo camino por recorrer. Las noticias seguían llegando puntuales, eran una mezcla de alegría, admiración y tristeza. Y es aquí cuando aparece esa luchadora admirable, cuando la chica común de vida anónima se transforma en una auténtica heroína, de carne y hueso, real, sobrecogedoramente real. La admiro, y creo que muchos dirían lo mismo, por su valentía, por su coraje y sus ganas de vivir, por enseñarnos a discernir entre lo verdaderamente importante y lo accesorio.  
      Patri es una chica a la que el destino le planteó una dura prueba, y nos hizo partícipes de su lucha, nos mostró la dureza, la crueldad de esta vida nuestra, pero también nos ha puesto en contacto con una realidad incómoda, nos ha enseñado el valor de la solidaridad, del amor con mayúsculas, limpio, fraternal, motor del día a día. Patri, Mónica, Javier, Pablo, Borja...son la constatación de que esto merece la pena, de que el mundo es mejor con nuestra Patri amando a los suyos. La historia de esta mujer es la historia de todos; nos ha enseñado a vivir, a no rendirse nunca, a mantener la llama de la esperanza siempre viva. De alguna manera todos nosotros deberíamos repetir el mismo grito de guerra cada mañana: "¡Vamos Patri!", porque el camino no ha terminado, porque queda mucho por hacer, mucho por amar, porque al gritar "¡Vamos Patri!" nunca olvidaremos lo bueno que hay en ella, la lección magistral de vida que hemos aprendido.
      Ella ha sido capaz de recuperar mi infancia, esa etapa maravillosa en la que vivía con la certeza de que el futuro por fuerza habría de ser deslumbrante, esa etapa en la que creía en los superhéroes y admiraba sus cualidades mágicas para salvar vidas, su valor para enfrentarse a los retos que los malhechores les planteaban. Patri es mi heroína particular, esa chica buena que se enfrenta cara a cara al miedo para derrotarlo cada día, cada noche.
¡Vamos Patri! Lo grito por ti, lo grito por mí.
¡Feliz cumplevida!  
  

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Carlos Álvarez Castañón