viernes, 8 de noviembre de 2013

El muro de las lamentaciones

    Ayer mantuve una acalorada conversación con mi amigo Paco. Me llamó por teléfono más allá de la medianoche, abatido, con preocupantes síntomas de melancolía galopante. Traté de tranquilizarlo echando mano de algún chiste televisivo que poco antes acababa de escuchar en un monólogo del Club de la Comedia, pero aquello no funcionaba. Lanzaba continuas exhalaciones que denotaban una seria atribulación, por lo que decidí olvidar los paños calientes y lanzar la inevitable pregunta:
-Dime, ¿qué te ocurre?
-Es la playa- acertó a decir tras un silencio eterno.
-¿La playa?
-Ya no existe- Paco siempre había tenido un carácter melodramático, muy propenso al grandonismo y a la hipérbole.
-Paco- traté de ponerlo en situación- es la una y pico. Aclárame eso de la playa.
-Hoy salí de casa y me acerqué un rato hasta el "Vértigo"-éste, es el entrañable tugurio que regenta mi otro amigo, Rorro; nido de jubilados que dejan pasar el resto de sus vidas entre partida y partida de cartas y vino barato-. Crucé la calle equipado con mi compañera de fatigas colgada de mi cuello- una nikon de segunda mano que había adquirido unos meses atrás- y me detuve estupefacto delante de la escalera catorce. Había pleamar y las olas llegaban mansas a la orilla.
-¿Cuál es el problema?- pregunté, aunque sospechaba por donde iría su respuesta- Mañana madrugo y me está venciendo el sueño.
-Podía casi tocar las olas. Dos, tres metros a lo sumo era cuanto quedaba de arena seca.
    Paco siguió habando, sin embargo, mi mente había volado a mi ciudad. Era capaz de escuchar el rumor continuo de las olas, la bruma alargando sus dedos sobre las aceras, camuflando los errores del pasado que se plasmaban soeces en forma de edificios desproporcionados.
-¡Déjame!- imploré. Paco no entendía mi reacción y yo no tenía fuerzas para explicárselo. Necesitaba tumbarme en la cama e intentar dormir. Sabía que flotarían por mi cabeza imágenes de aquello que Paco necesitaba describirme y que yo conocía tan bien; simplemente porque lo había contemplado con mis propios ojos allá por el mes de junio, a las puertas de un largo verano.
    Me arrastré hasta mi habitación para dejarme caer sobre la cama. Y así fue como llegaron hasta mí las palabras de los políticos y de los expertos, de los geólogos y de tantos que se lo llevan crudo aportando a la causa confusión y demagogia. "Tal vez haya que realizar un aporte de arena....Quizá las últimas mareonas(y no las del Sporting cuando juega fuera)sean las responsables de la catástrofe...Sin duda hay que corregir la desembocadura del río Piles, que es el causante de la merma de arena...En realidad no falta arena sino que se ha redistribuido y con la ayuda de unas cuantas palas excavadoras, mano de santo". Pero nadie mira al frente y haba claro. Esa hermosura llamada horizonte ha dejado de existir, "Elogio del Horizonte", ¡joder, menuda paradoja!. Hormigón, grotesco y sobredimensionado. ¿Acaso nadie ha percibido que a la altura de la escalera catorce, el mar tiene hambre de playa? Ahí yace el responsable de la angustia de mi querido Paco, "El Muselón", y junto a él, cientos de millones de euros dilapidados. "Insensato, desestabilizador, ¿acaso no sabes que el tráfico de barcos y el fluir de los dineros ha aumentado notablemente?", podrían decirme algunos; sin embargo, nada que ver con la realidad, los números son impertinentes pero certeros. Y bien, ahora que tenemos que comernos el macroespigón, la regasificadora y quedarnos con las ganas de tomar el sol aunque la marea haya subido, ¿a quién reclamamos?, ¿quién o quiénes fueron las cabezas pensantes del desaguisado?, ¿acaso desconocían las consecuencias de un proyecto así? Una de dos: o son demasiado tontos, o más bien se pasan de listos. En pleno proceso(por desgracia en vía muerta actualmente) de recuperación de la fachada marítima, se nos plantea un nuevo reto: "CONCURSO DE IDEAS PARA CAMUFLAR EL SUPERPUERTO". Es complicado, no cabe duda, alcanzar un resultado satisfactorio; las bombonas de la Campa Torres, por ejemplo, no terminan de confundirse con el cielo azul y el serruchazo de Morales parece más apropiado para una película de serie "B", con sangre, vísceras y sierras mecánicas por doquier, que para una solución urbanística. Entonces, si desguazamos para luego maquillar, ¿no sería más inteligente evitar la reprimenda, como alguna de esas que Rorro solía lanzarme cuando éramos sólo unos guajes y obtusamente metía la pata hasta el fondo con alguna decisión errónea?

"¡¡HABELO PENSAO PRIMERO!!"





 

1 comentario:

  1. Ya eh... que pena da todo esto, más despues de todas aquellas macro movilizaciones de la sociedad civil gijonesa intentando impedir el Muselon, la regasificadora y demas...

    Miles y miles de personas en las calles, y ni dios les hizo ni puto caso...

    ResponderEliminar

blogdelgijones.glogspot.com

blogdelgijones.glogspot.com
Carlos Álvarez Castañón